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El PAN se desmorona

El PAN se desmorona

Por @Rocha4T

El Partido Acción Nacional intentó este fin de semana reinventarse. Convocaron cámaras, luces y discursos para presentar lo que llamaron el “relanzamiento del PAN”. Sin embargo, lo que terminó siendo fue un espectáculo gris, vacío, un acto de autoengaño político envuelto en un logo sin vida: opaco, sin identidad, sin alma. El símbolo perfecto de un partido que perdió hace años la brújula moral y política.

Mientras México enfrentaba una tragedia por las lluvias que devastaron comunidades en cinco estados, el PAN decidió celebrar en la Ciudad de México una fiesta partidista. 

Un contraste que retrata el tamaño del desconecte con el pueblo. Entre los asistentes, apareció Mauricio Kuri, gobernador de Querétaro —uno de los estados afectados por las lluvias—, quien prefirió los reflectores de la autopromoción antes que la solidaridad con su gente. El cinismo en su máxima expresión.

El relanzamiento del PAN no solo fracasó en lo simbólico, sino que reflejó con crudeza sus números rojos. La aceptación ciudadana del partido ha caído en picada, su militancia disminuye y su estructura territorial se desmorona. Las encuestas lo ubican en niveles históricamente bajos de confianza, y su marca política —asociada al clasismo, la corrupción y la impunidad— es ya un lastre que ni con maquillaje neoliberal pueden esconder.

Y al frente de este intento de resurrección, Jorge Romero Herrera, líder del llamado cártel inmobiliario en la Ciudad de México, se subió al estrado para pronunciar un discurso desde el odio y la arrogancia. Habló de “libertad” y de “rescate nacional” con un tono ideológico tan desgastado que ni los propios asistentes aplaudieron con convicción. Su narrativa libertaria, copiada de manuales argentinos y thinktanks estadounidenses, ya fracasó en todos los lugares donde se intentó: en Argentina, en Italia y en Brasil, donde las derechas llevaron a sus pueblos a crisis sociales, recesiones económicas y confrontación política permanente.

El PAN no solo vive una crisis de imagen; vive una crisis existencial. El proyecto conservador que alguna vez se vendió como “oposición responsable” hoy se sostiene con los hilos del oportunismo. Y aunque las tensiones con el PRI son cada vez más visibles —peleas internas, acusaciones cruzadas, ruptura de liderazgos—, ambos partidos terminarán reencontrándose tarde o temprano. Los une algo más fuerte que la ideología: el miedo a desaparecer frente a la fuerza popular de Morena.

El “nuevo PAN” no nació este fin de semana. Lo que vimos fue el funeral de su vieja narrativa. Un partido que se quedó sin pueblo, sin discurso y sin credibilidad.

El PAN se desmorona, y lo peor para ellos es que el pueblo mexicano ya dejó de mirar hacia atrás.

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