La Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, encabezó la ceremonia “México-Tenochtitlan. Siete Siglos de Legado de Grandeza”, donde afirmó que reconocer a Tenochtitlan no es un acto del pasado, sino una necesidad del presente para erradicar el racismo y construir una nación justa e incluyente.
“Recuperar el legado de Tenochtitlan no significa vivir en el pasado, significa reconocernos en él. Erradicar el racismo no es una opción, es una obligación”, sostuvo la mandataria.
Memorial “Siete Siglos”: símbolo de reconciliación
Durante el evento, la Presidenta cortó el listón del memorial “Siete Siglos”, como parte del reconocimiento a la grandeza de la civilización mexica. Además, presenció expresiones artísticas sobre la historia del pueblo mexica y una emotiva lectura del Testamento de Tecuichpo, a cargo de la actriz Mercedes Hernández.
Sheinbaum remarcó que la Cuarta Transformación ha comenzado a sanar una herida histórica con los pueblos originarios:

“Los gobiernos que piden perdón por las atrocidades del pasado no se debilitan, se reconcilian con su historia y crecen con libertad”.
Tenochtitlan: origen de identidad y resistencia
Durante su intervención, la arqueóloga Lorena Vázquez Vallin, del INAH, destacó los aportes de la civilización mexica en arquitectura, astronomía, comercio, educación y medicina.
Por su parte, la Jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada Molina, señaló que el legado mexica sigue vivo en el escudo nacional y en la identidad del país:
“La fundación de Tenochtitlan en 1325 sigue marcando el pulso de nuestra capital, siete siglos después”.
Sheinbaum recordó que hoy los pueblos originarios cuentan con presupuesto directo reconocido en la Constitución, para decidir de manera libre sobre sus obras y desarrollo, conforme a sus usos y costumbres.